20 de abril de 2010

La Turbonada de 160 Km/h. hizo destrozos en Durazno


POCAS VECES SE VIO ALGO ASÍ

Más de 100 árboles caídos, más de 100 techos volados, la piscina techada destrozada, un muro del Landoni caído, autos aboyados, y daños por doquier. Milagrosamente sin víctimas, fue el saldo de la imponente turbonada que azotó Durazno el domingo 18 de abril.

Recién había culminado el clásico entre Peñarol y Nacional, la gente salía de sus casas para realizar compras o salir pasear. La tardecita estaba agradable y nadie imaginaba lo que sucedería en minutos. A las 19hs. del domingo en el cielo comenzó a verse nubes negras y relámpagos que se irían intensificando más y más. Curiosamente sin el tradicional ruido del trueno, solo relámpagos que dejaban la ciudad iluminadas por milésimas de segundos. A los pocos minutos comenzaron a caer algunas gotas de lluvia, y de inmediato se vino un diluvio acompañado de granizo. La gente que todavía no había vuelto a sus hogares lo hacía lo más rápido posible. Algunos de los que se encontraban en la calle en ese momento cuentan que el agua apenas llegaba al piso y se “elevaba en forma de remolino” junto con hojas y ramas que comenzaban a caer. La luz comenzaba a interrumpirse por momentos, se iba y volvía, así como el viento, hasta que se apagó del todo. Toda la ciudad quedó sin energía eléctrica, la tormenta parecía apaciguarse, hasta que paró. La gente, lentamente comenzó a salir, abrió la puerta y nunca imaginó encontrarse con lo que vio. Árboles caídos por todas partes, partidos, arrancados de raíz, en el medio de la calles o arriba de las casas. Para otros la cosa había sido peor, ya se habían dado cuenta antes que los demás que el viento no era cualquier viento, que el techo ya no estaba en su lugar, se habían volado, algunos varios metros de distancia. 19:40, la noche se presentaba con un cielo totalmente estrellado, más que nunca, ya que la ciudad estaba absolutamente a oscuras y por ende se podía apreciar mejor el cielo. Todavía hacía calor y a lo lejos se veían aún algunos relámpagos que se iban con rumbo sur oeste. Pero la noche, la noche parecía de verano, de no ser por el desolador panorama que entre luces de autos y motos se podía observar. Cientos de personas comenzaron a salir, a recorrer por donde se pudiera, a sacar fotografías, y llamar por celular para contarle a los demás lo que estaban viendo. Calles cortadas con árboles enteros caídos, ramas enromes por todas partes, miles y miles de hojas caídas, y cables cortados. También a esa hora el equipo de Página Cero andaba en la calle, tratando de recabar las imágenes y la información que se pudiera. Algunos minutos pasados de las 20hs, nos avisan que la piscina estaba destrozada, pero uno nunca imagina tanto, hasta que lo vimos. Los caños retorcidos, las placas de policarbonato en el piso y colgadas arriba de los árboles. En ese momento nos acercamos también a ver el muro del estadio Landoni en su parte posterior, el que está detrás del tablero electrónico. Se había desplomado literalmente. Cada vez más gente andaba “en la vuelta”, algunos buscando los pocos comercios que quedaron abiertos porque utilizan generador propio, para comprar la cena y sobre todo velas. Sin dudas fue el día que más velas se vendieron, se pedían de 4 y de a 5, y en horas no quedaba ninguna en ningún lado. De a poco se iba conociendo más información, por ejemplo, “la turbonada” no pasó por toda la ciudad, hubieron zonas donde no sucedió nada, el caso de “Las Higueras” donde recientemente se construyeron 30 casas prefabricadas que si las llegaba a agarrar esta tormenta, mejor ni pensar en lo que podía haber sucedido.
¿Suerte o Milagro?
Las historias se repetían de boca en boca, y pudimos escuchar muchos comentarios de que en algunos casos por ejemplo, había niños en un dormitorio y 5 minutos antes de la turbonada se había traslado a otra habitación, 5 minutos después el techo del dormitorio había volado. O el caso de dos personas que salieron de su auto 5 minutos antes de que un árbol le cayera encima al vehículo. O las personas que se refugiaron en sus autos cuando se vino el temporal y fueron privilegiados espectadores de cómo caía el granizo al lado de ellos y las ramas volaban por encima. O las propias personas que aún estando en las habitaciones donde volaron los techos no se lastimaron. Suerte o milagro, no lo sabemos, pero lo cierto es que nadie reportó heridos de gravedad o fallecidos por estos “tornados” que estamos acostumbrados a ver por Televisión y no en experimentarlos en primera persona.

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